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El Corazón Admirable de la Madre de Dios

Inmaculado Corazon de María

Antes de hablar de las excelencias prodigiosas y de las maravillas incomparables del Corazón admirable de la santísima Madre de Dios, según las luces que tenga a bien darme aquel que es la luz esencial y la fuente de toda iluminación, mediante las divinas Escrituras y los santos Padre, me propongo decir en primer lugar que la palabra Corazón tiene diversos significados en la Sagrada Escritura:

La materia

Significa el corazón material y corporal que llevamos en el pecho, la parte más noble del cuerpo humano, principio de la vida, primero en vivir y último en morir, sede del amor, del odio, de la alegría, de la tristeza, de la cólera, del temor y de las demás pasiones dl alma. De este corazón habla el Espíritu Santo cuando dice: Cuida con esmero tu corazón pues de él procede la vida (Prov. 4, 23). Es como si dijera: ten sumo cuidado de dominar y encauzar las pasiones de tu corazón; si están bajo control de la razón y del espíritu de Dios, vivirás larga y tranquila vida según el cuerpo y vida santa y honorable según el alma. Pero si por el contrario son ellas las dueñas y rectoras de tu corazón, según les parezca, te causarán muerte temporal y eterna por su descarrío.

La memoria

La palabra corazón es empleada en la Sagrada Escritura para designar la memoria. En este sentido la usa Nuestro Señor cuando dice a sus apóstoles: Pongan en sus corazones no premeditar las respuestas que van a dar (Lc 21, 14). O sea, acuérdense de que cuando sean conducidos, por mi causa, ante reyes y jueces, no deben inquietarse por lo que deben responder.

La comprensión del misterio

Significa también el entendimiento mediante el cual nos ejercitamos en la meditación cuando reflexionamos y discurrimos mentalmente sobre Dios y sus obras. Así nos persuadimos y convencemos de las verdades cristianas. De este corazón se habla con estos términos: La meditación de mi corazón está siempre en tu presencia (Sal 19, 25). “Mi corazón”, es decir, mi entendimiento se ocupa siempre en meditar y considerar tus grandezas, misterios y obras.

La voluntad

Significa igualmente la voluntad libre de la parte superior y razonable del alma, que es la más noble de sus potencias, reina de las demás facultades, raíz del bien y del mal, madre de los vicios y virtudes. A este corazón alude Nuestro Señor cuando dice: El hombre bueno del tesoro bueno de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo del mal tesoro saca lo malo (Lc 6, 45). Un buen corazón, es decir, la buena voluntad del hombre justo es rico tesoro del cual solo puede salir toda clase de bien; pero de un corazón perverso, o sea, la mala voluntad de un hombre malo es fuente de toda clase de mal.

Lo excelso del alma

Se llama también corazón la parte suprema del alma que los teólogos llaman la punta del Espíritu, en la cual se verifica la contemplación que consiste en una muy única mirada y muy simple visión de Dios, sin discurso ni razonamiento, ni multiplicidad de pensamientos. Los santos Padres hablan de esta parte al aplicar a la santa Virgen estas palabras de la Escritura: Yo duermo, pero mi corazón está en vela (Cantar 5, 2). El reposo y el sueño de su cuerpo no impedían, dicen san Bernardino de Siena y otros varios, que su Corazón, es decir, la parte superior de su espíritu no estuviera siempre unido a Dios por altísima contemplación.

El mundo interior

Da a conocer, asimismo, en algunas ocasiones, todo el interior del hombre, o sea, lo que se refiere al alma y a la vida interior y espiritual, conforme a estas palabras de Dios al alma fiel: Ponme como un sello en tu corazón, como una marca en tu brazo (Cantar 8, 6). Es como decir, imprime, por perfecta imitación, la imagen de mi vida interior y exterior en tu interior y en tu exterior, en tu alma y en tu cuerpo.

Espíritu

Significa también el Espíritu divino que es el Corazón del Padre y del Hijo. Ellos nos lo quieren dar para que sea nuestro espíritu y nuestro corazón: Les daré un corazón nuevo e infundiré en ustedes un espíritu nuevo (Ez 36, 26). 8. El Hijo de Dios es llamado el Corazón del Padre eterno en las santas Escrituras. En efecto, de este Corazón habla el Padre Dios a su divina Esposa, la purísima Virgen, cuando le dice: Heriste mi corazón, mi hermana y mi esposa (Cantar 4, 9), o según los Setenta: Has sido el embeleso de mi corazón. En las mismas Escrituras este Hijo de Dios es llamado Espíritu de nuestros labios (Lam 4, 20), es decir, nuestro espíritu, alma de nuestra alma, corazón de nuestro corazón.

Todos estos corazones se encuentran en la Madre de amor y en ella hacen un solo Corazón, porque todas las facultades de la parte superior e interior de su alma han estado siempre perfectamente unidas y porque Jesús, que es el Corazón del Padre, y el Espíritu divino, que es el Corazón del Padre y del Hijo, le fueron dados para ser el espíritu de su espíritu, el alma de su alma y el Corazón de su Corazón.

Extraído del libro “El Corazón Admirable de la Sagrada Madre de Dios”, de San Juan Eudes.