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Felipe y Santiago apóstoles

Felipe y Santiago apóstoles

Los apóstoles Felipe y Santiago tienen gran importancia en la vida de la Iglesia naciente, por su relación con Jesús y el papel que jugaron después de su Ascensión a los cielos.

El llamado de Felipe y su respuesta

Felipe es de los primeros en seguir a Jesús. En el Evangelio encontramos el pasaje donde Jesús lo ve y le dice “sígueme”, y Él va tras el Maestro. Pero esa no fue su única reacción al llamado; fue donde Natanael a contarle que había “encontrado al Mesías”. Podríamos entonces decir que fue el primero en llevar a otro a Jesús.

Después de la Ascensión, la tradición ubica a Felipe entre los que se mantuvieron fieles durante el nacimiento de la Iglesia. Algunos datos indican que fue a evangelizar a Frigia, en la actual Turquía, y que murió mártir.

Santiago el menor

De este modo es llamado en el Evangelio, para distinguirlo del otro Santiago, llamado el mayor. Fue hijo de Alfeo, y se dice que tenía mucho parecido a Jesús. En algunas traducciones de la Biblia lo encontramos con el nombre de Jacobo. Algunos piensan incluso que la carta de Santiago, en el Nuevo Testamento, fue escrita por él, pero este dato no está confirmado.

Se le menciona varias veces, cumpliendo un papel muy importante en la Iglesia naciente. La tradición cuenta que era un hombre santo, incluso decían que no cometía pecado. Era conocido por ser un hombre de mucha oración y lo llamaban “el que intercede por el pueblo”. Se dice que murió al ser arrojado desde lo alto del templo luego que Anás le pidiera decirle al pueblo que Jesús no era el Mesías, y que Santiago hiciese todo lo contrario.

Con fe y valor de verdaderos apóstoles

El testimonio de ambos apóstoles debe inspirarnos en estos días. Felipe, al tener un encuentro con Jesús, hablar de Él con otra persona, para que también tenga un encuentro con el Mesías. Si decimos que conocemos a Jesús, ¿qué esperamos para hablar de Él con otras personas y llevarlas a Jesús?

Santiago no se quedó con una fe pequeña. Durante los inicios de la vida de la Iglesia se vio fortalecido en su fe, al punto que llegó a tener gran importancia y reconocimiento. Pero no buscaba la gloria para sí mismo, sino que con su testimonio llevaba a los demás a Jesús, sin miedo a dar la vida. Tal vez nosotros no vayamos a perder la vida por anunciar a Jesús, pero debemos tener el valor de anunciarlo, aún a costa de nuestra comodidad, a pesar de las burlas y comentarios que puedan hacer de nosotros.

Fuentes: