Saltar al contenido

María Auxiliadora, ¡ven a socorrernos!

María Auxiliadora

La intercesión de María Auxiliadora es importantísima en los tiempos que vivimos. San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, promovió la devoción a María Auxiliadora, cuya fiesta celebramos el 24 de mayo. En palabras del propio santo, «los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana». Estas palabras, pronunciadas hace casi dos siglos, se vuelven hoy proféticas cuando vemos el estado del mundo actual, no sólo por realidades como la guerra y la enfermedad, sino por la evidente crisis de valores en un mundo cada vez más alejado de Dios y de la fe.

El deseo de la Madre

La devoción a María Auxiliadora no fue una invención de Don Bosco, sino un esfuerzo constante por cumplir el deseo que Ella misma le habría transmitido en una experiencia mística: ser conocida y honrada por el título de Auxiliadora. María, como madre de Jesús, pero también de todos los creyentes, expresó de esta manera su deseo de ser conocida como una intercesora siempre presta a socorrer y ayudar a sus hijos en todas las dificultades que experimentasen.

Recurrir a María Auxiliadora

Sabiendo esto, podríamos preguntarnos ¿cómo debemos recurrir a María Auxiliadora? Las actitudes con las que pediremos su ayuda en nuestras dificultades son la humildad, la confianza y la gratitud: humildad, pues reconocemos que estamos necesitados de ayuda; confianza, porque ella misma nos ha revelado su prontitud para socorrernos, y confiamos en ella como sus hijos; y gratitud a Jesús por darnos una Madre que siempre se preocupa por sus hijos espirituales.

Oración a María Auxiliadora

Te invitamos a reunir a tu familia y rezar juntos, en este día y en todo momento, esta oración a María Auxiliadora:

Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto;
haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza;
que el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos,
nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte,
para que podamos formarte una corona en el Paraíso.

Amén.