Saltar al contenido

El Mensaje de Fátima: Palabras clave

Virgen de Fátima

La trascendencia del mensaje que la Virgen nos dio durante sus apariciones en Fátima puede entenderse a través de algunas palabras clave, que nos ayudarán no solo a comprenderlo mejor, sino también a aplicarlo a nuestras vidas. A continuación, compartimos algunas de ellas.

Adoración

En su primera aparición, el Ángel se presenta como una invitación a la adoración a Dios. De rodillas, inclinado hasta el suelo, invita a los tres niños a la adoración que transforma la fe en esperanza y amor: “Dios mío yo creo, adoro espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”.

Este espíritu de adoración en la fe, que se abre en espíritu reparador en la esperanza y en el amor, está concretizada en la oración que el Ángel enseña a los pastorcitos en su última aparición: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.”

Fátima recuerda la centralidad de la adoración, como disposición interior que nos sitúa delante de Dios, misterio de gracia y misericordia. La gramática de la adoración es la entrega humilde de la existencia en las manos de Dios, el reconocimiento de Dios como Dios y de si mismo como hijo amado. Y, en ese proceso, se purifica el creyente, su mirada y su hacer, a la luz del amor con el que el propio Dios lo ama.

Corazón Inmaculado

En la aparición de junio, la Señora presenta su Corazón Inmaculado como “el refugio y el camino que […] conducirá hasta Dios.” De nuevo, en julio, después de la visión del infierno, ella lo reafirma al proponer la consagración a su Corazón Inmaculado como medio de conversión y reparación.

La devoción al Corazón Inmaculado de María se convierte, expresamente como la petición de consagración de Rusia y de todo lo que esta simboliza, expresión de la presencia de Dios que acompaña el drama de la historia de los hombres, invitando a los creyentes a otra visión de la historia, proyectada sobre la dimensión escatológica. Más adelante, la llamada a la consagración es renovada, asociándole la comunión reparadora de los primeros sábados.

En la petición de consagración al Corazón de María y de la comunión reparadora en los primeros sábados está la centralidad de Dios. Como camino que conduce a Dios, el Corazón de María es un corazón moldeado según el Corazón de Dios y se consagrará a él significando acogerse en la voluntad de dejarse convertir por la misericordia divina. El Corazón Inmaculado es icono de los designios de misericordia que Dios tiene sobre su pueblo.

Así también los primeros sábados, ofrecidos en reparación del Corazón Inmaculado de María, evocarán en el creyente la centralidad de la misericordia de Dios y le recordarán que el corazón sin mancha transpira su presencia amorosa.

Reparación

Es insistente la petición de reparación en el acontecimiento de Fátima. El Ángel invita al sacrificio y a la oración “en acto de reparación por los pecados con que [Dios] es ofendido”. También la Señora del Rosario desafía al don de si 2en acto de reparación por los pecados con que Dios es ofendido”.

En junio, los tres niños ven en la “luz inmensa” que la Señora les comunica un corazón, que ellos creen que es el “Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación”.

La devoción de los primeros sábados será, en la aparición de julio, indicada como medio de reparación.

Los pastorcitos, y en particular Francisco, se dejan sorprender por esta tristeza de Dios, ese mismo Dios que los llena de alegría. Es la tristeza de quién ama infinitamente y ve a aquellos que él ama perdidos en el desamor.

Aquel que se sabe amado incondicionalmente por Dios comprende el sufrimiento de Dios por todos cuantos pierden su abrazo con la marca del pecado. Y el deseo de consolar a Dios surge como vocación. Como expresa Francisco: “Dios está tan triste, por causa de tantos pecados”. “Si yo fuese capaz de darle alegría”.

La reparación no es nada más ni nada menos que un acto de amor. Así lo vive Francisco, el consuelo de Dios: no como una imposición, si no como un acto libre de amor de quien quiere alegrar a aquel que ama y por quien se siente infinitamente amado.

Rosario

La Señora del Rosario no se cansará de pedir a los pastorcitos que “recen el rosario todos los días”. La razón de la insistencia en esta oración apunta hacia el núcleo del mensaje de Fátima que es evocado precisamente en las cuentas de los misterios del Rosario: Fátima recuerda el rostro bíblico de un Dios con entrañas de misericordia que viene al encuentro del hombre, sediento de rescatarlo para la alegría plena.

Así también la oración del Rosario nos centra en esa promesa definitiva del triunfo de la Misericordia que la vida de Cristo, evocada en los misterios del rosario, vino a inaugurar.

Pedido en todas las apariciones de Nuestra Señora, el rosario es la oración aprendida en la escuela de María. Nos educa en la humildad de la fe, al estilo de esa mujer única que, con su SÍ, hizo de su vida don, y que conservará cada gesto, cada palabra de Jesús, “ponderándola en su corazón”.

Meditar los misterios de la vida de Cristo, como lo hizo María, es dejarse amoldar por la presencia de Dios, tal como ella lo hizo. Abriendo con la doxología a la Santísima Trinidad, esto es, colocándonos en el horizonte de la adoración a Dios-, es la obra redentora de Cristo que se vuelve manifiesta en el Rosario.

Estas son solo algunas de las palabras clave que nos pueden ayudar a comprender y encaminar nuestra vida hacia Jesús. Si quieres leer más al respecto, dirígete a Palabras clave del Mensaje de Fátima para conocer más.