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El Sacerdote que nos abrió los cielos

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Hoy se celebra la Solemnidad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. En este artículo exploramos acerca del significado de esta festividad.

En el capítulo 4 de la Epístola a los Hebreos, específicamente en los versículos 14 al 16, el autor escribe:

"14. Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos - Jesús, el Hijo de Dios - mantengamos firmes la fe que profesamos. 15. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. 16. Acerquémonos confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna."

Analicemos estos versículos

La fe en Jesús, que abrió las puertas del cielo

El versículo 14 es una motivación a afianzar la fe y no permitir que desfallezca. El centro de esta fe es la Resurrección de Jesucristo, que nos abre las puertas del cielo. Podemos entender esto como la obra de un Sacerdote tan generoso y bondadoso que abre las puertas de su Iglesia, un templo que permanece a través de los tiempos, para todo aquel que desee entrar en él, por toda la eternidad.

El Sumo Sacerdote se compadece de nosotros

En el siguiente versículo, recordamos que Jesucristo lleva en sí mismo tanto la naturaleza humana como la divina. Al haber sido humano, comprende nuestras luchas y sufrimientos, y al mismo tiempo, por su naturaleza divina que es amor puro, se compadece de nosotros, llevando esa compasión y misericordia al extremo de dar su vida por nuestra salvación, y darse a sí mismo como alimento del alma, que nos fortalece y afianza.

Jesucristo, Eterno Sacerdote para la humanidad

Resulta bellísimo comprender, a la luz de los versículos anteriores, el significado del versículo final del cuarto capítulo de la Carta a los Hebreos. Podemos acercarnos al trono de la gracia, el trono de Dios mismo, con plena confianza en El y en su Misericordia que es infinita. En los momentos de prueba y dificultad, como el que enfrentamos actualmente, es más que reconfortante saber que podemos recurrir a Jesucristo, nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, con la confianza de ser escuchados y recibir la ayuda oportuna que viene de Dios.