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María Goretti, adolescencia y fe
Santa María Goretti, una jovencita de 12 años apenas, pero con un carácter firme, formado en la fe en el seno de su familia, murió un 6 de julio a manos de otro joven, mayor que ella, que no pudo controlar sus impulsos.
Dos ejemplos de jóvenes de familias diferentes, de formación diferente, y que nos demuestran la importancia de la transmisión de la fe en la familia.
La familia Goretti
Los Goretti eran muy humildes, trabajadores asalariados del campo, con poca o ninguna instrucción, pero con una fe sólida, que supieron inculcar en María.
Desde muy pequeña se supo amada por Dios, y quiso siempre responder a ese amor. Dentro de las labores del día siempre encontraba oportunidad para orar. Su ilusión mayor fue recibir a Jesús en la comunión. Cuando lo recibió, su alegría fue inmensa.
Alejandro es un amigo de la infancia, pero ha crecido rodeado de un ambiente negativo. Se encierra a leer publicaciones pecaminosas que sólo envenenan su mente, cada vez más, al punto de empezar a ver a María con lujuria.
Una fe firme
A pesar de los intentos de Alejandro, María no cede a sus insinuaciones, incluso le invita a amar a Jesús, a alimentar su fe. Pero el joven no puede sacar las ideas perversas de su mente.
Un 5 de julio, la encierra con él, dispuesto a abusar de ella. María defiende su pureza con todas sus fuerzas. Alejandro, frustrado, la hiere de muerte, ciego por la lujuria. Incluso en esos momentos, María demuestra cuánto amor de Dios hay en su corazón, y perdona a su agresor.
María muere al día siguiente, después de perdonar a Alejandro y pedir a Dios por su alma.
Valores cristianos y familia
Para la sociedad actual, los impulsos de Alejandro son naturales, es más, justificables. Sin justificar el asesinato, justifican la falta de valores, de moral, relativizando la formación personal de cada uno.
La familia Goretti sería vista en la actualidad como retrógrada. Los valores cristianos no son relevantes en esta sociedad, son considerados anacrónicos, y eso deja a nuestros jóvenes desamparados ante la acometida de una cultura que quiere desligarlos de sus familias.
El ejemplo, no sólo de María Goretti, sino de su familia, nos debe animar a tomar con seriedad y decisión la responsabilidad de formar, educar y orientar a nuestros hijos en la fe.