La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una de las más profundas y conmovedoras tradiciones en...
Santiago el mayor
Santiago hijo de Zebedeo llamado también “el Mayor”, fue uno de los primeros discípulos en morir por Cristo. Provenía de una familia de pescadores, era hermano de Juan, y uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús. Estuvo presente en la transfiguración en el monte Tabor, la oración en el huerto de los Olivos, y también formó parte del grupo que fue testigo de su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades.
Después de la muerte de Jesús, formó parte del grupo de la Iglesia primitiva de Jerusalén y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó el territorio peninsular español, específicamente la zona conocida como Gallaecia. Algunos afirman que llegó a las tierras del norte por la deshabitada costa de Portugal. Otros dicen que llegó por el valle del Ebro y la vía cantábrica. Algunos incluso aseguran que llegó por la actual Cartagena.
Siete varones apostólicos
Después de reclutar a siete varones, que fueron ordenados obispos en Roma por San Pedro y recibieron la misión de evangelizar en la región, Santiago regresó a Jerusalén para acompañar a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea.
Algunos textos relatan que, antes de morir, La Virgen fue visitada por Jesús resucitado. Ella le pidió pasar sus últimos días rodeada de los apóstoles. Su Hijo le permite que se aparezca milagrosamente a los apóstoles y les avise. Esto explica la aparición de la Virgen sobre un pilar de Zaragoza frente al apóstol Santiago y los siete varones, hecho venerado en la basílica de Nuestra Señora del Pilar.
Estos siete discípulos fueron, se cuenta, quienes trasladaron de noche el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia. Allí depositaron el cuerpo de su maestro en una roca, que milagrosamente se convirtió en el Sarcófago Santo con el que visitaron a la reina Lupa para solicitarle tierras para sepultar a Santiago.
La reina los acusó de soberbia y los envió a la corte del rey Duyos, enemigo del cristianismo, quien los encerró. Cuenta la tradición que un ángel los liberó. Los bueyes que les facilitó la reina para guiar el carro que transportaría el cuerpo de Santiago a Compostela resultaron ser toros salvajes que, milagrosamente, fueron amansándose solos a lo largo del camino. La reina, ante tales episodios, se convirtió al cristianismo, mandó derribar todos los lugares de culto celta y cedió su palacio para enterrar al Apóstol. Hoy se levanta ahí la catedral de Santiago.
Basado en el artículo: ¿Quién fue Santiago?