La iglesia celebra el 1° de mayo la fiesta de san José obrero, que coincide también con el día...
Tres cuestiones de fe que San Atanasio nos ayuda a comprender
San Atanasio de Alejandría, también llamado Atanasio el Grande, vivió en el siglo IV, fue padre y doctor de la Iglesia. Después del Concilio de Nicea, se mantuvo fiel a sus enseñanzas; a causa de esto fue desterrado cinco veces durante su vida. Finalmente pudo regresar definitivamente a su sede hasta su muerte. Hoy queremos compartir tres cuestiones de fe que su legado nos ayuda a comprender y amar.
La relación entre la divinidad y la humanidad de Jesucristo
San Atanasio fue uno de los principales defensores de la ortodoxia católica en el siglo IV y escribió extensamente sobre la relación entre la divinidad y la humanidad de Jesucristo. En su obra principal, "Sobre la Encarnación", expuso la doctrina de que Jesucristo, el Verbo eterno de Dios, se encarnó para salvar a la humanidad.
Atanasio afirmaba que en Jesucristo se encuentran unidas de manera perfecta la naturaleza divina y la humana. Según él, Jesús es completamente Dios y completamente hombre. Esta unión de ambas naturalezas es esencial para la redención del género humano. La divinidad de Cristo asegura la eficacia de la redención, mientras que su humanidad permite que sea accesible y comprensible para la humanidad.
Negar la divinidad de Cristo o su humanidad real era caer en el error. Solo un ser divino podía redimirnos del pecado y la muerte, pero esa redención debía llevarse a cabo en el plano de la existencia humana para afectarnos realmente. Por lo tanto, la encarnación no fue solo un gesto simbólico, sino una realidad vital para la salvación.
En su lucha contra las herejías de su tiempo, especialmente el arrianismo, Atanasio defendió las enseñanzas del Concilio de Nicea sobre que el Hijo comparte la misma naturaleza que el Padre, subrayando así la divinidad eterna de Cristo. Decía Atanasio que, la salvación solo era posible si Cristo, siendo Dios, se hacía hombre.
La Trinidad en la teología católica
San Atanasio de Alejandría nos enseñó mucho sobre la Trinidad. Él nos dijo que Dios es uno en sustancia, pero tres en personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Para entender esto, imagina el sol: tiene luz, calor y energía. De la misma manera, Dios es un solo Dios, pero tiene tres personas que son distintas entre sí pero igualmente divinas.
El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, pero no hay tres dioses, solo uno. Esta es una verdad profunda de la fe católica que Atanasio defendió con firmeza.
Cada persona de la Trinidad tiene su propio papel. El Padre es el creador, el Hijo es el salvador que se encarnó en Jesucristo para salvarnos, y el Espíritu Santo es quien nos guía y fortalece en nuestra fe.
Atanasio nos recordó que no podemos entender completamente el misterio de la Trinidad, pero podemos confiar en que Dios es uno en amor perfecto y comunión eterna. La Trinidad nos enseña sobre la unidad en diversidad y nos invita a vivir en comunión con Dios y con los demás.
El papel de María en la fe católica
María es la madre de Jesús, Dios hecho hombre. Atanasio comprendía que María no solo dio a luz a Jesús físicamente, sino que también fue elegida por Dios para ser la madre de su Hijo.
Ella fue preparada y llena de gracia para llevar al Salvador al mundo. En sus escritos, Atanasio resalta que María es la "Theotokos", la "Madre de Dios" en griego, para afirmar la divinidad de Jesucristo.
María es modelo de fe y obediencia para todos los creyentes. Aceptó humildemente el plan de Dios para ella, incluso cuando no entendía completamente. Su sí a Dios nos enseña a confiar en su voluntad y a estar dispuestos a hacer su voluntad en nuestras vidas.
Como madre de Dios, María tiene un papel especial en la vida de la Iglesia y en nuestras vidas. Intercede por nosotros ante su Hijo y nos acompaña en nuestro camino de fe.
Entender a María como madre de Dios nos ayuda a comprender mejor la encarnación y la humanidad de Jesucristo. Nos recuerda que Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, nacido de una mujer como todos los demás.
El rol de María como madre de Dios nos muestra la importancia de su papel en la historia de la salvación y nos invita a acudir a ella como madre amorosa y mediadora ante su Hijo.
"El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios."
(San Atanasio)