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3 virtudes de San Antonio de Padua para ser un buen papá

San Antonio de Padua

Antonio de Padua, santo franciscano, gran predicador, nacido en Portugal en medio de una familia rica, abrazó la fe y dedico su vida a servir a Cristo y a la Iglesia. Entre sus muchas virtudes, queremos resaltar tres que ayudarán a los hombres a ser buenos padres.

Humildad

San Antonio mostró una humildad profunda en toda su vida, a pesar de tener talentos excepcionales. Incluso cuando sus capacidades intelectuales y de oratoria fueron reconocidas, nunca buscó la gloria personal, sino que siempre se mantuvo modesto.

Al igual que él, un buen papá usará sus talentos y capacidades para beneficio de su familia y no para engrandecerse a sí mismo delante de ellos. Sea que domine campos intelectuales, sea muy hábil con las manos, dueño de una mente despierta y ágil para resolver problemas, que a ejemplo de San Antonio y del mismo Jesús, mantenga siempre una actitud humilde y modesta, que será ejemplo para sus hijos.

Paciencia

A lo largo de su vida, San Antonio tuvo que pasar por muchas pruebas y dificultades, incluyendo enfermedades y desafíos en su misión evangelizadora. Su paciencia en los momentos difíciles fue un testimonio de su fortaleza interior y de su confianza en Dios.

No es un secreto que la vida en familia incluye muchos momentos difíciles, situaciones complicadas. La paciencia en esos momentos es muy importante porque, como papá, debe ser una de las columnas del hogar, debe colaborar con la estabilidad. Sobre todo, con los hijos, en sus diferentes problemas y necesidades. Un padre puede estar muy estresado y presionado por los problemas del trabajo o de la casa, pero debe tratar de no perder la paciencia en el hogar. Esa imagen paciente ayudará al resto de la familia a aprender a enfrentar las dificultades, como cuando Jesús calmó la tormenta.

Prudencia

La prudencia en San Antonio se manifestó en su capacidad para discernir con claridad la voluntad de Dios en sus decisiones y acciones, tanto en su vida personal como en su labor evangelizadora. San Antonio sabía cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio, cuándo actuar con firmeza y cuándo mostrar compasión, lo que lo convirtió en un consejero respetado y en un guía espiritual ejemplar.

Un padre prudente sabe cuándo ser firme, qué palabras emplear al corregir, no toma decisiones a la ligera, sino que contempla las opciones y pone todo en manos de Dios. Al tomar decisiones en familia discierne buscando la voluntad de Dios. Un padre prudente sabe cuándo hablar, y cuándo callar y escuchar.

Estas y muchas otras virtudes hicieron de San Antonio de Padua un modelo de vida cristiana y un poderoso intercesor para los creyentes. Su legado continúa inspirando a muchas personas, no solo a la vida religiosa, sino a contemplar la vida cotidiana a luz de la voluntad de Dios.